EL DESPRESTIGIO DEL PRESTIGIO


Han pasado once años desde que ocurriera la trajedia y es seguro que ninguno de los habitantes de aquellas hermosas tierras, sea viejo o joven, ha olvidado las angustias vividas en sus aguas, en sus playas y en sus corazones, como tampoco las habrán olvidado los cientos, miles, de voluntarios que sacrificando horas en sus trabajos, en sus estudios o en sus horas de asueto, contribuyeron con su esfuerzo y, a veces, llorando sus mismas lágrimas, a paliar la tragedia; Fueron mil setecientos kilómetros de costa, bien medidos, empezando en la desembocadura del Miño, río que, tal vez por su nombre, siempre me encantó, en la frontera con Portugal y dando fin a su desolador caminar, nada más y nada menos, que en el Canal de la Mancha. Aquella "cascara" de nuez denominada, ¡a quien se le ocurriría el nombre!, Prestige portaba en su interior potroleo para abastecer no se sabe a quien, ya que a estas alturas nadie ha podido desvelar cual era su destino...pero fuera el que fuera, la autentica y única verdad es que Galicia y costas colindantes sintieron en sus aguas y en sus playas las negras consecuencias de su errático destino.
Los armadores del "barquito" niegan sus deficiencias, el capitán del mismo, ¿de verdad sabía lo que llevaba entre manos?, ni sabe ni se explica que es lo que pudo ocurrir y las autoridades portuarias, ¡bueno, de esas mejor no decir nada, ya que de hablar de ellas, habría que mencionar y no encomiasticamente, a todos sus antepasados!; el caso es que "entre todos la mataron y ella sola se murió" y para terminar de rematarla, La Audiencia Provincial de La Coruña dictamina que nadie es culpable de lo sucedido, ya que no hay evidencias en que sustentarse...y a lo mejor es verdad, ya que las miles y miles de manos que en aquellos días supieron lo que era sentir en ellas la densidad del chapapote no sirven como prueba, como tampoco las rocas del litoral, algunas todavía con sus huellas, pueden aportar "evidencia"...y no digamos nada de los "mariscadores" ni de lo que perdieron, porque para escribirlo necesitaríamos cientos de folios. Es cierto, al menos así lo dicen ellos, que los jueces no pueden condenar sin pruebas ¿pero es que hacen falta más pruebas que las que aquellas gentes vivieron? El chapapote marcó con su negra huella mas de mil kilómetros de costa, pero ahora, once años después, ha manchado, quizás con tintes indelebles, a una Justicia que, al menos hasta ahora, no ha sabido ver como "evidencia" los que millones de ojos vieron. Confiemos en que Tribunales superiores sepan ver lo que no ha sabido interpretar la citada Audiencia.
Capitulo aparte me merecen y creo que en ello coincidimos "casi" todos los españoles, los altos gobernantes, tanto de la nación como de la región, que, aunque dejaron para la historia frases dignas de entrar en el cuadro de honor de los despropósitos, no estuvieron a la altura que la tragedia precisaba...
"son finas hebras de plastilina" o algo similar, dijo nuestro actual Presidente del Gobierno y entonces solo Ministro, el Marianico. Mientras el Flecha Guerrero, ganador de la batalla del Perejil, proponía torpedear el "barquito" y el entonces Presidente, marido de la hoy celebre Botella, achacaba todo lo que prensa decía al respecto, a una vulgar campaña de desprestigio contra el Gobierno...¡desprestigio! eso es lo que todos ellos cosecharon con el Prestige, el cual ha extendido un nuevo chapapote a quienes han "concedido impunidad total para contaminar todo cuanto pillen a su paso los barcos del uno al otro confín"
¡Ah! Y que conste que yo no pretendo "criticar", digo nada más.
Los armadores del "barquito" niegan sus deficiencias, el capitán del mismo, ¿de verdad sabía lo que llevaba entre manos?, ni sabe ni se explica que es lo que pudo ocurrir y las autoridades portuarias, ¡bueno, de esas mejor no decir nada, ya que de hablar de ellas, habría que mencionar y no encomiasticamente, a todos sus antepasados!; el caso es que "entre todos la mataron y ella sola se murió" y para terminar de rematarla, La Audiencia Provincial de La Coruña dictamina que nadie es culpable de lo sucedido, ya que no hay evidencias en que sustentarse...y a lo mejor es verdad, ya que las miles y miles de manos que en aquellos días supieron lo que era sentir en ellas la densidad del chapapote no sirven como prueba, como tampoco las rocas del litoral, algunas todavía con sus huellas, pueden aportar "evidencia"...y no digamos nada de los "mariscadores" ni de lo que perdieron, porque para escribirlo necesitaríamos cientos de folios. Es cierto, al menos así lo dicen ellos, que los jueces no pueden condenar sin pruebas ¿pero es que hacen falta más pruebas que las que aquellas gentes vivieron? El chapapote marcó con su negra huella mas de mil kilómetros de costa, pero ahora, once años después, ha manchado, quizás con tintes indelebles, a una Justicia que, al menos hasta ahora, no ha sabido ver como "evidencia" los que millones de ojos vieron. Confiemos en que Tribunales superiores sepan ver lo que no ha sabido interpretar la citada Audiencia.
Capitulo aparte me merecen y creo que en ello coincidimos "casi" todos los españoles, los altos gobernantes, tanto de la nación como de la región, que, aunque dejaron para la historia frases dignas de entrar en el cuadro de honor de los despropósitos, no estuvieron a la altura que la tragedia precisaba...
"son finas hebras de plastilina" o algo similar, dijo nuestro actual Presidente del Gobierno y entonces solo Ministro, el Marianico. Mientras el Flecha Guerrero, ganador de la batalla del Perejil, proponía torpedear el "barquito" y el entonces Presidente, marido de la hoy celebre Botella, achacaba todo lo que prensa decía al respecto, a una vulgar campaña de desprestigio contra el Gobierno...¡desprestigio! eso es lo que todos ellos cosecharon con el Prestige, el cual ha extendido un nuevo chapapote a quienes han "concedido impunidad total para contaminar todo cuanto pillen a su paso los barcos del uno al otro confín"
¡Ah! Y que conste que yo no pretendo "criticar", digo nada más.
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