jueves, 9 de octubre de 2014

DE MIS TRES ETAPAS VALENCIANAS.






Jueves 9 Octubre 2.014.

                                                       DE MIS TRES ETAPAS VALENCIANAS.

Hoy es el día de la Comunidad Valenciana y sin que yo mismo sepa si es como homenaje o como simple recordatorio, voy a escribir sobre mis experiencias en esta tierra que algunos llaman Jardín y que en realidad, sin ser llamados así, los he visto mejores, afirmación con la cual vengo a mostrar un principio, este escrito no es una loa ni tampoco lo contrario, es, lisa y llanamente, un recordatorio de como la viví y las "huellas" que me dejó.

De mi primera etapa, tenía cinco años, recuerdo la mar, la arena y muchas manos femeninas que jugaban conmigo de la misma forma que jugarían con un muñeco; las manos siempre me parecían las mismas, pero las caras y sus expresiones eran distintas. Recuerdo, también, un gran Barco recortando con su gigantesca mole el horizonte y del que, en un momento determinado, se desprendía una imagen que iba a chocar contra el agua, pero que no se hundía...nadaba, decían las voces a mi alrededor, y llegaba hasta nosotros...era un negro, el primer hombre negro que vieron mis ojos y el cual, a partir de aquel día, se incorporó al grupo que jugaba conmigo...estábamos en el mes de Julio, del l.936 y después de que requisaran el coche a nuestro padre y que, de milagro, no se quedaran también con el, en tren salimos de Valencia, huyendo, decían nuestros padres...eramos varios hermanos.

Hasta mi segunda estancia transcurrieron muchos años y en, su momento, mi entrada no fue triunfal, aunque sí desfilando. Iba a hacer mi servicio militar en esa Ciudad y después de cuarenta y ocho horas en  un tren "borreguero", es el tiempo empleado por el mismo en el recorrido Albacete-Valencia, "desembarcamos " en la Estación del Ferrocarril, en la calle Jativa y cargados de nuestras maletas nos hicieron desfilar a pleno sol y a paso de marcha hasta el final de la calle de San Vicente, donde se ubicaba el Parque de Artillería, en cuyas instalaciones habría de efectuar un primer periodo de instrucción, que duraría, aproximadamente, dos meses. Durante el mismo, con un noventa por ciento de compañeros reclutas que no sabían leer ni escribir y yo que dominaba ambas facetas y escribía, además a maquina, me vi de pronto convertido, si no en el padre de todos, si en el que leía y escribía las cartas de todos los soldaditos de mi batería. Lo que pude leer y tuve que escribir mi memoria y yo lo sabemos y sus temas darían para mucha literatura; a mi me dieron mucha experiencia. Jura de Bandera y destino a las oficinas del Parque en Capitanía General y desde allí, a los pocos días, al Hospital Militar en que me volvieron a "descubrir" una vieja lesión pulmonar y ante su gravedad decidieron, esas fueron las palabras de su Comandante Médico, "que me fuera a morir a mi propia casa". Mi padre vino a por mí y al salir de la ciudad en el tren, le dije  "Papa, si me pierdo que no me busquen en Valencia"...y por supuesto que en ningún momento pensé en morirme, aunque solo fuera por llevar la contraria a aquel "comandantillo"

A quien también llevé la contraria fue a mi mismo, pues diez o doce años después, regresé a la Ciudad a la que me había propuesto no volver; y si no en la Capital, si en la Comunidad, permanezco. Y a decir verdad sigue sin gustarme Valencia y yo debo de seguir sin gustarle a sus gentes, que durante cuarenta y dos años  que permanecí  en su ciudad,  no dejaron de llamarme "mesetario", así me llamaban, y decirme  que no "sabían" a que había venido a su tierra...En una gente difícil, desconfiada y creo que con un gran complejo se inferioridad. Siempre me llamó la atención la cantidad de valencianos que triunfaban en Madrid y que para hacerlo habían tenido que abandonar su ciudad; son muchos los ejemplos que se podrían citar, pero creo que son de sobra conocidos. Por mi parte afirmo, sin vanidad alguna, que triunfé en Valencia, si bien no me resultó nada fácil y tuve que soportar y soslayar más de una y de dos zancadillas...un compañero,  después de algunos años de trabajar juntos, se presentó un día en mi despacho para decirme, "después de muchos intentos para que te despidieran, es a mí a quien han echado, enhorabuena"...fueron cuarenta y dos años residiendo y trabajando en la capital y no dejé en ella ningún amigo que pueda considerarse como tal, cosa harto difícil, sobre todo teniendo en cuenta que los tuve donde quiera que fui, pues soy bastante propenso a abrirme a la gente. Ahora, eso sí, de Valencia tengo un hijo y cinco nietos, lo que, en cierto modo me liga a la misma. Ahora vegeto y hago mis "pinitos"como "escribidor" en un pueblo de la Comunidad a la que, en cierto modo, tirando a mi espalda los malos ratos, le estoy por otras cosas agradecido...y lo cortés, dicen, no quita lo valiente..

¡Ah! Y que conste, hoy ni comento ni critico, simplemente  he hilvanado unos pocos recuerdos



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