lunes, 15 de septiembre de 2014

EL CUENTO DE LA LECHERA...Y VAN "TROPECIENTOS"

Lunes 15 Septiembre 2014.

                                  EL CUENTO DE LA LECHERA...Y VAN "TROPECIENTOS".

O son "tropecientos mil", no se, son tantos los cuentos así que se cuecen cada día en este País que no es nada fácil llevar la cuenta. Voy a dejar de lado, como en lógico, los de todos y cada uno de los "españolitos" o "españolitas",  que para el caso es lo mismo,  que los sueñan para ellos solos , de los que, por lo tanto, no tienen que explicarse con nadie y voy a ceñirme a los de un colectivo, que crean  no tan solo los dirigentes del mismo, si no que lo hacen extensivo a cientos de miles de personas.

La Federación Española de Baloncesto creó un "cuento" y aun antes de tener juntos a los protagonistas del mismo, se preocupó de buscar un escenario adecuado y este fue su propia casa, que de ese modo se convirtió, nada más y nada menos, que en la Sede de un Campeonato Mundial, del que, además de su capital, Madrid, iban a disfrutar otras ciudades, bien preparadas para ello y que, ante el mundo, han colocado muy alto el pabellón de la buena hospitalidad de la que los españoles suelen hacer gala...y una vez  que contaban con el marco, había que juntar las figuras y ¡vive dios! que lo consiguieron, ya que lograron reunir a doce de los mejores jugadores del mundo mundial, de los cuales al menos seis o siete, si no son ocho, juegan o han jugado en la NBA el no va más en esto del Baloncesto...todo el mundo creyó en el proyecto y todo el mundo se "embarco" en el cuento. La prensa, no solo la deportiva, si no toda ella, sacó a relucir todo tipo de elogios a la generación que lo había conseguido "casi" todo y que estaba a punto de entrar en ese "Parnaso" que significa ganar la final, nada más y nada menos, que a los Estados Unidos  de América, equipo que, además, para dar mayores facilidades, no había logrado convencer a sus mejores hombres para acudir a la cita de Madrid. El cuento estaba tan bien urdido, que los patrocinadores del evento ya habían rodado los spots publicitarios alusivos al al glorioso día y la fecha de la gran final estaba empezando a ser escrita en letras de oro.

Y empezó el Torneo y el equipo español, según su costumbre en partidos amistosos y contagiado de los mismos arrasó a cuantos contrarios se pusieron por delante; de veinte puntos pasaron a ser las diferencias, fuera cual fuera el nombre y la entidad de su oponente y aquellas cifras mareantes nos fueron llevando a todos, a lomos de la ilusión, al final de cuento que, no podía ser de otro modo que venturoso para el equipo y sus seguidores...pero ¡Ah! amigos, mientras que el equipo español y sus técnico no pensaban en otra cosa que en el oro final, otro equipo, uno de los ampliamente derrotados por nosotros en la ronda "preparatoria", Francia, con un cántaro menos lleno que el nuestro y con una leche de peor calidad, en lugar de darse por vencida, estudió todos y cada uno de nuestros movimientos, en lugar de sestear, como hicieron otros y a la hora de volver a enfrentarse a nosotros nos arrebató el cántaro y lo estrelló contra el suelo del Palacio de los Deportes de Madrid, dejándolo tan hecho añicos, que se tardarán meses en rocojer todos y cada uno de sus pedazos...

Y cuidado, que no es esta la primera vez  que, en esta o en otras facetas, sean o no deportivas, nos pasa algo semejante, y no será por carecer de "voces" de aviso, como por ejemplo el manido de "no hay que pensar que hacer con la piel de oso, antes de cazarlo". Somos así, nos dejamos llevar por la "parafernalia" y los juegos de artificio y luego nos ocurren cosas como estas. Alguien que no viera el partido y tuviera en mente todo lo escrito y hablado anteriormente, pensaría, estoy seguro, que les habían engañado  y que aquel día en la cancha no estaban los hombres de los que les venían hablando, si no que eran cinco o seis "esgarraconchas", dirigidos, además, por un "gorrilla"cualquiera, elegido al azar entre los muchos que existen en Madrid... Y colorín colorado este cuento se ha acabado...y ahora a recomponer el cántaro, si es que se puede, y a prepararse para los Juegos Olimpicos.

¡Ah! Y que conste que no pretendo criticar, aunque lo parezca, digo nada más.




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