lunes, 27 de mayo de 2013

MAIXABEL LASA.

Lunes 27 Mayo 2013.

                                                   MAIXABEL LASA.



A su marido, Juan María Jáuregui, lo asesinó ETA. Leyendo sus declaraciones, en el periódico El País, recordé viejas historias, que un día me contaron y mi Grito, ante ciertas consideraciones no se tiñó, por esta vez, de indignación y si, por un lado de admiración y por otro de "pavorosa" sorpresa. Vayamos por partes.

Las declaraciones de esta Señora me retrotraen a algo que me contaron, pocos años después de terminada aquella guerra de  brazos en alto e himnos imperiales. Hubo, me dijeron, una Señora a la que le mataron tres hijos, cuyo ejecutor responsable fue detenido y condenado a muerte. Enterada ella, por aviso de las autoridades, alimentó al preso personalmente, hasta el día de su ejecución. Me lo contó un oficial del ejercito, ya retirado y nunca dudé de su veracidad, hasta el punto de que lo puse como ejemplo de autentica caridad cristiana, incluso en coloquios con gentes de la iglesia.

Esta otra señora, Maixabel, se entrevistó en la cárcel con uno de los asesinos de su marido; no sabe si lo perdonó o si lo perdonará alguna vez, pero le dio la oportunidad de verse tratado como una persona y no como el animal que al apretar el gatillo se portó como tal. Ella cree en las segundas oportunidades para aquellos que, de verdad, lamenten el daño cometido y lo demuestra, no solo con su presencia en la cárcel, si no que lo lleva como "bandera" en todos sus actos.

Personas así, como la protagonista de mi vieja historia, como esta sobre la que escribo hoy, y como otras muchas que sin duda existen, son las que tienen en sus mentes y en sus corazones la única posibilidad de lograr que un día convivamos sin el "cainismo" que tanto nos denigra. Creo en las gentes de bien, a pesar de que en muchas ocasiones otros seres me lleven al pavor y a la sorpresa.
En el transcurso de la entrevista la viuda pregunta al asesino si sabía quien era su marido, y las razones por las que le había matado. Este le contesta que no le conocía de nada, que le había llegado una orden y la había ejecutado...No es un "sicario" que concierta un asesinato e incluso fija un precio; ese ha hecho de la muerte una profesión. Pero este otro, qué o quien había inoculado en su mente la idea de matar, convenciéndole, además, que con ello salvaba ¿que tipo de patria? Para mí los auténticos asesinos, aunque estén sentados en cómodos sillones, son los ideólogos que engañaron a unos jóvenes, llevándoles a un camino que sabían sin retorno.

Luego hablamos de los camicaces que se inmolan para morir matando...al menos a ellos les engañan ofreciéndoles un paraíso para la eternidad, lleno de huríes y riquezas...pero a estos, a los que protagonizan mi Grito, que les ofrecen a cambio, carcel y desolación...pues para ese camino no "hacen falta alforjas".

¡Ah! y que conste, mi Grito hoy es un sincero homenaje a quienes, saltando sobre los odios, hacen del amor bandera.








2 comentarios:

  1. Cada vez me sorprendo más de la coincidencia en la forma de pensar. Estoy totalmente de acuerdo, un abrazo.

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    1. Es facil coincidir cuando en las personas hay sensibilidad y tu, sin duda, la tienes.

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