LO QUE YO SE DE LOS NOTARIOS.

No sé si porque los colegios de entonces no eran mi "fuerte", un maestro tuve, Don Matías, al que llamábamos don "imán", por su tendencia a asir a los niños por las patillas e izarlos hasta donde podía, o porque siempre me gustó desenvolverme entre personas mayores que yo, el caso es que muchas de mis horas de niño las pasaba en el despacho de mi padre, más con los oficiales que con el, ya que estos, si, podían, jugaban conmigo, eran gente joven, mientras mi padre estaba más en sus documentos o enfrascado en sus Poemas. La notaría atendía a pueblos limítrofes y siempre que pude acompañé a mi padre en sus desplazamientos. Presencié la pelea de dos hermanos, navaja en mano, por una miserable capa y siempre me llamó la atención el respeto que imponía la sola presencia de mi padre, sin que en ningún caso le oyera levantar la voz a ninguno de sus clientes, por muchas que fueran sus impertinencias.
Siempre o casi siempre, dentro de los límites de la notaría, pasé de un pueblo a otro y posteriormente a un tercero y nunca vi a mi padre delegar en un tercero los cometidos que le eran propios, por ejemplo ir a los domicilios a comunicar el protesto de una letra de cambio, si bien es verdad que, en algunos casos, permitía que yo le acompañara. ¿Que si yo estudiaba? no mucho la verdad, siempre mostré aficiones a ciertas clases de lecciones que, normalmente, me daba la vida. Es verdad que en un pueblo es mucho más fácil ejercer ciertas clases de labores, que en una capital, aunque no es menos cierto que una capital hay más Notarios, que pueden repartirse el trabajo.
Y viene todo lo que antecede a colación con lo que está pasando con la Infanta, Montoro y el quitarse este las "moscas" de encima, derivándolas a los Notarios. No se como son los Notarios de ahora, pero si se que en uno de los pueblos en los que ejerció mi padre, se declaró una epidemia de Tifus, llamado entonces "piojo verde" y, a pesar de la Cuarentena declarada por la Autoridades Sanitarias y las recomendaciones de los propios Médicos, a ningún enfermo que lo pidiera y por avanzado que estuviera su mal, le faltó el Notario a la cabecera de su cama, para recoger sus ultimas voluntades. Con sus bolsillos llenos de pastillas de alcanfor, única cosa que, por lo visto, alejaba al "bichito" el Notario del pueblo, mi padre, se jugó el contagio, riesgo que no corrieron ni algunos de los Médicos.
Está claro, esta era la forma de ejercer del Notario de entonces y las cosas, como en todo, han cambiado mucho, porque también he conocido el caso del Notario de una Capital importante, amigo mío de la infancia, compañero de promoción de mi hermano e hijo, también de Notario, que pidió su jubilación con cinco años de antelación, el día que supo que otros compañeros de la ciudad estaban pagando considerables comisiones a los oficiales de otros despachos, para que se pasaran a los suyos, arrastrando con ellos, claro está, a cuantos clientes pudieran.
¡Ah! Y que conste, yo defiendo de los Notarios lo que conocí de ellos, fueron muchos en mi entorno, y no me atrevo a enjuiciar la profesionalidad de los actuales ejercientes. Si creen tener razones para ello, que lo hagan desde su colectivo. Son muchos y, normalmente, bien remunerados.
Como bien dices, cuantas cosas han cambiado... y no para bien precisamente. Ha sido bonito "bucear" por tus recuerdos. Gracias.
ResponderEliminarMagda, como te he dejado escrito en mi Muro, mis recuerdos, gracias a mi memoria, son el "alimento" que me sustenta. Bucear por ellos, como tú lo has hecho, en este caso, es como sentir como una rafaga de aire fresco deslizandose por sus pliegues.Gracias.
EliminarEn todas las profesiones, sean las que sean, la honradez es la que menda. Felicidades por lo que a tí respecta.
ResponderEliminarPues es una lastima que esta.la honradez, se haya perdido, tan colectivamente. Gracias.
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