DE LA CENSURA Y LOS CENSORES.

Fuera del colegio, era amigo de los hijos del dueño del único Cine que había en el pueblo y subía con ellos a la cabina, en la que podía ver y leer la hoja de censura que acompañaba, sistemáticamente, la caja que contenía los rollos de la película; en ella figuraban todos los cortes que había que efectuar en la misma, especificados con textos como: "rollo tal, escena tal, cortar beso entre protagonistas" y otros similares relativos a piernas o pechos demasiado visibles. Más tarde, ya en Madrid, me hice socio de un Cine-Club, en el que nos autorizaban a ver ciertas producciones, sin cortes, pero teníamos que ir al Aeropuerto a recoger las cajas, que nos entregaba un policía y posteriormente, siempre acompañados por otro Agente, nos dirigíamos al local, en el que se proyectaba el filme, que una vez visto debíamos devolver, siempre acompañados por el Agente, en el mismo lugar en el que lo habíamos recogido. Como ejemplo más significativo, entre los muchos que podría enumerar, citaré el de la película Mogambo, en la que los censores por tapar un adulterio, exhibieron un incesto. A un matrimonio perfectamente identificable, lo convertían en hermano y hermana, porque ella, la que luego fue Princesa, se "liaba" con el cazador. Claro que entonces los curas ponían mas énfasis en ese "pecado", mientras parecía que ignoraran el otro. Otro escandalo famoso, en el que el público llegó a romper butacas, fueron los excesos de tijera efectuados en el famoso baile de Sivana Mangano, en la película Arroz Amargo..."Tengo ganas de bailar, el nuevo compás...".Desafueros en películas hay mas, muchas conocidas y otras que nos pasaron desapercibidas, pero enumerarlas todas haría esta relación interminable.
En literatura o prensa, a mí mismo me devolvieron un escrito, tachado con lápiz rojo, alegando que al usar los puntos suspensivos, en lugar de poner los tres habituales. había puesto seis... tachón en rojo y la formulación de una pregunta: "Que qué era lo escondía detrás de aquel aumento de puntos". Durante algunos años guardé aquel escrito, hasta que en uno de mis muchos cambios de domicilio desapareció; palabra que lo sentí. Y de todos fue conocida la anécdota de Camilo José de Cela, todavía no tenía el "Don", con los censores que prohibieron la publicación de su novela La Colmena, como ya lo habían hecho con su Familia de Pascual Duarte. Se entrevistó con ellos, para ver de convencerlos, y ante la reiterada negativa, amenazó: "Pues la publicaré en el extranjero ", haciendo exclamar al cura que dirigía el "cotarro" "Y serás excomulgado", a lo que Cela replicó: "No se preocupe usted, que yo no soy supersticioso". De todo lo que se escribía, fuera del tema que fuera, tanto si eran deportes, sociedad o política, había que mandar los originales a los censores, los cuales tenían siempre la ´´ultima palabra...y el Ministro Arias Salgado, otra versión, aunque distinta, del actual Wert, dictando leyes a cual más represiva.
También hubo censura y, mucha, en el campo de la Publicidad, de los que en más de veinte casos fui testigo de excepción. Hicimos una Campaña para Turrones El Almendro, en la que un Abuelo explicaba a su nieto lo que eran las cosas bien hechas y todas les explicaciones terminaban con la misma "coletilla", "Son cosas hechas como Dios manda". Pasan ante un rotulo de El Almendro y el niño pregunta ¿"Abuelo que es el Almendro"? y como contestación escucha, "El Almendro es un Turrón hecho como Dios manda"...y ¡madre mía, la que se armó! a cientos llegaron a Televisión cartas de protesta y llamadas hubo hasta del Pardo; suspensión inmediata de la Campaña, sin tener para nada en cuenta los perjuicios inherentes a la decisión, ya que el Ente no admitía anulaciones, ni mucho menos devoluciones de lo cobrado...Y a todo esto, para que no faltara el lado comicio, dos hechos: La firmante no de una, si no de varias cartas, las rubricaba con "Señora de Bobo" y en un pueblo, mejor no citar el nombre, el cura desde el púlpito clamaba "¡¡¡Y sabed que Dios está aquí y no en la fábrica del turrones El Almendro!!!". Para Kina San Clemente habíamos creado un personaje, KINITO, gracioso, tanto en su imagen, como en sus distintas vestimentas y que hizo famoso su Slogan de..."Y da unas ganas de comeeeer...". Estuvo en Campaña bastante tiempo, hasta convertirse en el personaje infantil más popular, según una encuesta elaborada por la Feria del Juguete. Bien, pues un buen día se recibió la orden de eliminación inmediata de todo vestigio publicitario del personaje, sin que en las propias oficinas de de Televisión nos dieran más explicación que la de que la orden "venía de arriba" y nos remitieran al Ministerio de la Gobernación, para ver si allí nos decían algo.
Hasta allí me desplacé, comisionado por mi Empresa y después de varios días de antesalas y de "pelote os" de un despacho a otro, un "alto cargo", sin nombre, me dijo que a "Kinito se le había aplicado la Ley de Vagos y Maleantes, la cual se arrogaba contra todo aquel para el que no había un motivo legal y se le aplicaba un "Real Decreto", sin realeza, claro está. La orden había llegado de lo más alto y se le puso por nombre "Doña Carmen"...a lo mejor sus nietos le pedían mucha Kina San Clemente y nadie cayó en regalarle varias cajas. El censor en Prado del Rey, sede de televisión española era un tal "Señor Ortiz Muñoz" y lo resalto así, ya que así se presentaba el mismo y la tenía tomada con los Juguetes, sobre todo si tenían algo de "Belicismo". En cierta ocasión rechazó, sin verla, según se demostró, una metra lleta, porque, decía, sus "balines" podían herir a otros niños. El juguete lanzaba ráfagas y solo cuando me desplacé a Madrid para comprar un ejemplar y presentárselo, procedió a aprobarlo, sin presentar, por supuesto, escusa alguna. Cuando quise regalarle el juguete, para sus hijos, me dijo que estos no jugaban nada más que al ajedrez...Semanas más tarde conocí, en una sala de Fiestas, a uno de sus vástagos, que era cámara de Televisión y puedo asegurar que de ajedrecista nada y si mucho de "juerguista" en la más amplia acepción de la palabra.
¡Ah! y que conste, yo no pretendo aconsejar, digo nada más...y en este caso hablo con conocimiento de causa, porque todo lo contado, lo viví.
En literatura o prensa, a mí mismo me devolvieron un escrito, tachado con lápiz rojo, alegando que al usar los puntos suspensivos, en lugar de poner los tres habituales. había puesto seis... tachón en rojo y la formulación de una pregunta: "Que qué era lo escondía detrás de aquel aumento de puntos". Durante algunos años guardé aquel escrito, hasta que en uno de mis muchos cambios de domicilio desapareció; palabra que lo sentí. Y de todos fue conocida la anécdota de Camilo José de Cela, todavía no tenía el "Don", con los censores que prohibieron la publicación de su novela La Colmena, como ya lo habían hecho con su Familia de Pascual Duarte. Se entrevistó con ellos, para ver de convencerlos, y ante la reiterada negativa, amenazó: "Pues la publicaré en el extranjero ", haciendo exclamar al cura que dirigía el "cotarro" "Y serás excomulgado", a lo que Cela replicó: "No se preocupe usted, que yo no soy supersticioso". De todo lo que se escribía, fuera del tema que fuera, tanto si eran deportes, sociedad o política, había que mandar los originales a los censores, los cuales tenían siempre la ´´ultima palabra...y el Ministro Arias Salgado, otra versión, aunque distinta, del actual Wert, dictando leyes a cual más represiva.
También hubo censura y, mucha, en el campo de la Publicidad, de los que en más de veinte casos fui testigo de excepción. Hicimos una Campaña para Turrones El Almendro, en la que un Abuelo explicaba a su nieto lo que eran las cosas bien hechas y todas les explicaciones terminaban con la misma "coletilla", "Son cosas hechas como Dios manda". Pasan ante un rotulo de El Almendro y el niño pregunta ¿"Abuelo que es el Almendro"? y como contestación escucha, "El Almendro es un Turrón hecho como Dios manda"...y ¡madre mía, la que se armó! a cientos llegaron a Televisión cartas de protesta y llamadas hubo hasta del Pardo; suspensión inmediata de la Campaña, sin tener para nada en cuenta los perjuicios inherentes a la decisión, ya que el Ente no admitía anulaciones, ni mucho menos devoluciones de lo cobrado...Y a todo esto, para que no faltara el lado comicio, dos hechos: La firmante no de una, si no de varias cartas, las rubricaba con "Señora de Bobo" y en un pueblo, mejor no citar el nombre, el cura desde el púlpito clamaba "¡¡¡Y sabed que Dios está aquí y no en la fábrica del turrones El Almendro!!!". Para Kina San Clemente habíamos creado un personaje, KINITO, gracioso, tanto en su imagen, como en sus distintas vestimentas y que hizo famoso su Slogan de..."Y da unas ganas de comeeeer...". Estuvo en Campaña bastante tiempo, hasta convertirse en el personaje infantil más popular, según una encuesta elaborada por la Feria del Juguete. Bien, pues un buen día se recibió la orden de eliminación inmediata de todo vestigio publicitario del personaje, sin que en las propias oficinas de de Televisión nos dieran más explicación que la de que la orden "venía de arriba" y nos remitieran al Ministerio de la Gobernación, para ver si allí nos decían algo.
Hasta allí me desplacé, comisionado por mi Empresa y después de varios días de antesalas y de "pelote os" de un despacho a otro, un "alto cargo", sin nombre, me dijo que a "Kinito se le había aplicado la Ley de Vagos y Maleantes, la cual se arrogaba contra todo aquel para el que no había un motivo legal y se le aplicaba un "Real Decreto", sin realeza, claro está. La orden había llegado de lo más alto y se le puso por nombre "Doña Carmen"...a lo mejor sus nietos le pedían mucha Kina San Clemente y nadie cayó en regalarle varias cajas. El censor en Prado del Rey, sede de televisión española era un tal "Señor Ortiz Muñoz" y lo resalto así, ya que así se presentaba el mismo y la tenía tomada con los Juguetes, sobre todo si tenían algo de "Belicismo". En cierta ocasión rechazó, sin verla, según se demostró, una metra lleta, porque, decía, sus "balines" podían herir a otros niños. El juguete lanzaba ráfagas y solo cuando me desplacé a Madrid para comprar un ejemplar y presentárselo, procedió a aprobarlo, sin presentar, por supuesto, escusa alguna. Cuando quise regalarle el juguete, para sus hijos, me dijo que estos no jugaban nada más que al ajedrez...Semanas más tarde conocí, en una sala de Fiestas, a uno de sus vástagos, que era cámara de Televisión y puedo asegurar que de ajedrecista nada y si mucho de "juerguista" en la más amplia acepción de la palabra.
¡Ah! y que conste, yo no pretendo aconsejar, digo nada más...y en este caso hablo con conocimiento de causa, porque todo lo contado, lo viví.
Gracias Enrique me has hecho sonreir.
ResponderEliminarPues si llegas a leer algunas de las cartas de la Señora de Bobo, a la que contesteé, previa autorización de la gerencia de la fabrica de Turrón y le dije: Señora, hace usted honor a su apellido...dentro de la pena de enfrentarse a ciertas cosas, está el sentido del humor con el que las acojas...y había gente que era para reirse. Gracia
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