miércoles, 14 de mayo de 2014

EL ODIADO ENEMIGO INTERIOR


Miércoles 14 Mayo 2014.

                                                   EL ODIADO ENEMIGO INTERIOR.

Que España es un país "cainita", eso, creo, que ya a estas alturas no lo duda nadie...no lo dudo ni yo mismo, que hasta hace muy poco tiempo he creído en los "Reyes Magos". Hoy voy a intentar tratar el tema, tomando como titulo una frase de mi tocayo Enrique Gil Calvo, en un de sus brillantes artículos.
No creo que mi admirado tocayo se me enfade por ello...pero en estos tiempos de zozobra, quien sabe,
mis excusas, por si acaso.

Y ya metidos en harina, vaya por delante una confesión personal, en mi vida, que yo sepa, nunca he sentido odio, contra nada ni contra nadie, es esta una palabra que, para mi, está demás en el Diccionario y si alguna vez la he usado, ha sido por no encontrar en ese momento el sinónimo adecuado y que venga a decir lo mismo...aversión, desafecto, desamor, inquina, tirria y otros varios, pero ninguno alcanza el "odio" que tiene para si la palabra odio...prueben ustedes, si alguien o algo es objeto de este sentimiento, a sustuir este vocablo por cualquiera de sus sinónimos y verán como el sustituto se queda corto. Y al efecto, recuerdo que un día, recién salido del Sanatorio, en el que tras muchas vicisitudes sané de mi tuberculosis, estaba sentado en una mesa, de una  de las "peñas" que frecuentaba y vino a sentarse un amigo de mi acompañante; de entrada empezó a hablar de Camilo José Cela, refiriéndose a el con toda clase de insultos, para acabar "escupiendo" "Es un tuberculoso, al que odio como a todos los tuberculosos. y debería estar muerto"...muy tranquilo le dije: Pues si piensas así, levantate y vete, pues yo soy un tuberculoso...y otra cosa, si un día contraes esta enfermedad, tendrás una doble desgracia, la de estar enfermo y la de odiarte a ti mismo...he citado fielmente el exabrupto y mi respuesta; recuerdo perfectamente ambos y hasta la cara de aquel ·"pobre hombre", pero puedo jurar y juro que no le odié en absoluto.

Para encontrar pruebas claras y convincentes del ser cainita del pueblo español, podríamos remontarnos a muchas páginas de nuestra historia, pero de momento nos detendremos en algo que estamos viendo "casi" a diario, las tertulias televisivas y sus tertulianos, en las que basta con mirar, sin necesidad de llegar a oír, para darse cuenta de que lado está cada cual; e incluso, si quieren, pueden probar a quitar el sonido del aparato y sabrán, sin necesidad de palabras, la furia con que los unos arremeten contra los otros; es posible que no se entere del que defiende o el que ataca , pero para el caso es lo mismo, de lo que estoy seguro es de que no les será difícil captar que no hay nada de "amor" en sus gestos.

Soy un gran lector de Libros de Historia y siempre me llamó la atención, en la nuestra, el hecho de que en su narrativa, no hay ni un celebre personaje español que no haya sido "cruelmente" atacado, hasta sus total descrédito, y en la mayoría de los casos, por no decir en la totalidad de los mismos, el idioma en el que se escribían los insultos o las calumnias era el mismo que el del atacado y eso si sus sangres no eran, también, sus mismas sangres...yo hasta he llegado a pensar, algunas veces, que las "disputas" entre Caín y Abel se desarrollaron en nuestras tierras...pero dejemos ese episodio ahí donde está, que nosotros nos precisamos importar odios foráneos y tenemos bastante con los nuestros...en todo caso podríamos exportar...Tanto Cristóbal Colon, con su descubrimiento, como Pizarro o Hernán Cortes, en sus conquistas, no fueron derrotados por los aborígenes de los  pueblos en los que tuvieron lugar sus gestas, los fueron por sus detractores de dentro, sin descartar a sus propios compañeros en las expediciones. El propio Felipe II, en cuyo Imperio no se ponía el sol, tuvo, sin duda, enemigos por doquier, pero los ataques más llenos de odio partieron de su propio secretario, que dieron lugar  a la, por todos denominada, Leyenda Negra. Podríamos seguir, sin cansarnos, hasta llenar muchos de mis Gritos, pero me basta con decir que no ha habido ni un solo traiunfador  español, sea en el ámbito que sea, que no haya visto acompañados sus logros por algunas gotas de rencor.

Y, como es lógico, no vamos a entrar, ahora, en el análisis de si los "atacantes" tenían o no más razones que el atacado...de eso ya se encargó la Historia, aunque no se, si en realidad, llegó a aclararlo en toda su amplitud.

¡Ah! Y que conste que no pretendo criticar, digo nada más.


   

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